La gente tiene miedo, mucho miedo. Permanecen en sus casas, guardados, rogando que se termine esta locura. Es lógico y entendible. Bariloche jamás atravesó una situación similar. Los ciudadanos no están acostumbrados al caos, nunca se imaginaron que algo así pasaría en la zona.
Todo empezó en la madrugada del 17 de junio, cuando un móvil de la Comisaría 28 fue alertado por un robo. En el trayecto al lugar, los policías advirtieron la presencia de tres jóvenes sospechosos sobre la ex ruta 258. Los efectivos intentaron demorarlos, pero los chicos iniciaron la fuga. Se produjo una persecución, normal en este tipo de casos, hasta que llegaron a la plaza del barrio Boris Furman. Fue ahí que uno de los agentes disparó su arma reglamentaria y el tiro impactó en la cabeza de Diego Bonefoi. El muchacho de 15 años ingresó fallecido a las 5 de la mañana al Hospital Zonal Ramón Carrillo.
En la plaza quedaron elementos de una casa cercana, confirmándose así que los tres jóvenes venían de robar.
Con este suceso, los disturbios y el caos recién comenzaban en San Carlos de Bariloche.
Al enterarse de semejante noticia, familiares y vecinos del joven asesinado, enfurecieron y apedrearon la Comisaría 28, ubicada en la intersección de las calles Onelli y Pablo Mange.
“Me entere de la muerte de mi hijo en el entretiempo del partido entre Argentina y Corea del Sur. Diego era un pibe re copado y lo voy a extrañar toda mi vida”, comentó Sandro Bonefoi, padre del chico asesinado. Que en medio de tanto dolor, también agregó: “La policía esta para cuidarnos, no para andar matando a los pibes”.
En conjunto con el grupo BORA (Brigada de Operaciones, Rescate y Antitumulto), la Policía de Río Negro respondió a las agresiones “devolviendo” los piedrazos; sumados a balas de goma, gases lacrimógenos y bombas de humo.
El Jefe de la Regional III, Comisario Argentino Hermosa, justificó el accionar de los efectivos: “Resistieron el ataque contra la Comisaría, que ocasionó varios destrozos, y reprimieron con armas no letales”. A su vez, amplió que Diego Bonefoi portaba un arma calibre 22 al momento de su muerte.
La zona de enfrentamiento se fue ampliando con el correr de los minutos, involucrando a gran parte de los barrios aledaños a la Departamental 28. La violencia no tenía punto límite y otra víctima mortal se sumaba a los títulos periodísticos. En este caso se conocía la muerte de Sergio Cárdenas, de 29 años, también por un impacto de bala.
El caos, la desesperación, la intranquilidad y la impotencia fueron protagonizando la jornada más trágica de la historia de la región.
Cayendo la tarde del jueves 17 de junio, se presentaron el intendente Marcelo Cascón y el juez Martín Lozada, quienes quisieron brindar armonía en el barrio. Sin embargo, a pesar de haber acordado con la familia Bonefoi una conferencia en conjunto, los vecinos que se encontraban en el lugar agredieron con piedrazos a Cascón y a Lozada, obligándolos a retirarse en su auto Wolsvagen Gol, con la luneta trasera destruida por las piedras.
“La situación es muy compleja y la policía esta desbordada”, expresó el jefe comunal de Bariloche, que también hizo referencia a la falta de interés del Gobernador de Río Negro, Miguel Saiz. “Ni siquiera levantó el teléfono para saber que esta pasando”, culminó Cascón.
Agravando la situación, durante los enfrentamientos por la muerte de Diego Bonefoi, algunos delincuentes intentaron saquear el supermercado “Todo” ubicado en La Paz 905. No conformes con esto, incendiaron el auto de un empleado del comercio. Pero los hechos delictivos siguieron: robaron y rompieron taxis, robaron y rompieron remises, robaron y rompieron colectivos urbanos, entre otros actos ofensivos.
Mientras los disturbios continuaban en el “alto” de la ciudad, otro joven en grave estado ingresaba al Hospital Zonal, que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia. Horas más tarde se conocía el falleciendo de Nicolás Carrasco, de 17 años, a causa de un balazo en el abdomen. Así, la violencia se cobraba la tercera víctima fatal y más de 30 personas heridas.
El mal día terminaba y los ciudadanos rogaban que el conflicto tenga punto final. Pero de ninguna manera se cumpliría la plegaria de la gente. Tiros, gritos, piedrazos y disturbios se adueñaron de la noche barilochense.
“No dormimos en toda la noche. No podemos salir a la vereda. No fuimos a trabajar porque no podemos asomar la cabeza afuera. Vivimos con miedo y nadie hace nada por nosotros”, expresó un vecino del barrio Boris Furman, que por razones lógicas, no quiso dar su nombre y terminó su comentario expresando: “Todos sabemos el prontuario que tiene la familia Bonefoi y el daño que le hace a la sociedad convivir con gente así”.
Con la rutina de la población totalmente quebrada y el miedo ya instalado en toda la ciudad; familiares, amigos y cercanos a la familia Bonefoi se manifestaron en el Centro Cívico después de las 17 hs del viernes 18 de junio. Más de 200 personas que bajaron de los barrios “altos”, causaron destrozos en la Comisaría 2º del centro, incendiando una de las oficinas administrativas que se encuentra en el frente de la unidad policial.

Unos 25 efectivos del grupo BORA pudieron alejar del Centro Cívico a los manifestantes que querían devastar lo que se les cruce. Lo que no pudieron evitar fueron los destrozos, saqueos y robos que ocasionaron en la calle Mitre. Más de 20 locales fueron dañados y perjudicados por la gente que volvía de incendiar el Centro Cívico. Los comerciantes, indignados, se quejaron con justas razones sobre la mala seguridad que brinda la Policía de Río Negro. “Yo trabajo y no tengo protección, ellos roban y van custodiados a su casa. No lo puedo creer”, opinó con furia un antiguo vendedor de la calle Mitre.

La mayoría sabe y la mayoría no habla. La mayoría sabe que la familia Bonefoi escribió y sigue escribiendo una historia de película en las calles sureñas. La mayoría recuerda que el 23 de mayo de 2005, Juan Antonio Bonefoi, Roberto Soto y José Luís Campos, robaron el Banco del Chubut en la localidad de El Maitén, llevándose casi $400.000. La mayoría sabe que desde el 7 de junio de 2007, Juan Antonio Bonefoi esta cumpliendo una condena de 16 años de prisión.
La mayoría no, pero gran parte de la gente, sabe que hace dos semanas quedó en libertad otro Bonefoi de la cárcel de Batán. Un dato más para algunos, una sorpresa para otros, y una confirmación para muchos.
Así esta San Carlos de Bariloche. Con tres muertos, mas de 30 heridos y casi 20 detenidos. Golpeado, totalmente golpeado. Con estado de sitio, no declarado, pero así es. Con la población esperando el accionar de Gendarmería, algo de no creer que se pida esto. Con la impotencia de vivir con miedo y no saber que pasará en los próximos cinco minutos.
La inutilidad de las autoridades sale a luz, y con ella, brilla la ausencia de la seguridad policial.
Hay incertidumbre, una burbuja de dudas y preguntas envuelve a Bariloche. La paz esquiva al paraíso turístico, los tiros aturden a los niños.
La tranquilidad no la da un papel, ni las letras que la pueden escribir. La tinta no puede evitar el miedo ni aumentar el coraje.
Sin embargo, el papel, las letras y la tinta, pueden hacer razonar y pensar. Y el comentario y la opinión de estas tres cosas, puede unir a multitudes.
CHRISTIAN POUJARDIEU